sábado, 9 de abril de 2011

Las Primarias en el PRD

La situación que acaba de vivirse en el Partido Revolucionario Dominicano era de esperarse, o por lo menos la vemos como natural los que conocemos algo de las interioridades de ese Partido y de la vida política de la República Dominicana.
A la muerte de José Francisco Peña Gómez, en 1998, se produjo un vacío de liderazgo en su partido, que trajo una lucha encarnizada por ocupar el puesto que había dejado vacante el líder histórico del perredeismo.
Esa lucha fue dominada por Hipólito Mejía, quien  se adueñó de las estructuras partidarias y forjó una preeminencia, (que no sé por qué algunos lo llaman liderazgo), alrededor de la posibilidad de tomar el poder.
Efectivamente, las masas perredeistas se volcaron en apoyo a Hipólito, en la campaña del 2000 y vieron en él al que podía resolver sus demandas de “boroneo”. Y él no les falló. Solo que a un precio muy alto para la salud del país.
Desde  el poder, Hipólito y sus “secuaces” secuestraron las finanzas públicas y empobrecieron una buena parte de los dominicanos.
Pero para las masas perredeistas, eso es irrelevante. Quien puede de nuevo llevarlas al poder y volver a repartir los dineros del Estado, entre sus seguidores en el Partido, es Hipólito Mejía. Y eso no se les ha olvidado a los perredeistas.
Mientras Hipólito estuvo imposibilitado de presentarse como candidato, sus seguidores, que no son suyos sino de lo que él les puede dar, se fueron acomodando a la nueva realidad y buscaron otro árbol al cual arrimarse.
Pero sucede que, Miguel Vargas, buscando cerrarle el paso a una posible repostulación de Leonel Fernández, le abrió camino a la posibilidad de una nueva postulación de Hipólito Mejía. Y de inmediato, las fuerzas de éste que se habían alejado, fueron regresando donde había mas seguridad y mas posibilidad de regresar al poder.
Así, de un 3 % de popularidad que le daban las encuestas, hace un año, Hipólito termina en Marzo de este año con un 54%. Y si dejaban las elecciones para después, la diferencia hubiera sido mayor.
Se ve ya como muchos dirigentes  que hicieron causa común con Miguel Vargas, tan pronto pasaron las primarias se cambiaron de bando y se apresuraron a reconocer la victoria de Hipólito; que debió ser también la actitud de Miguel Vargas. Si Miguel hubiera reconocido de una vez la victoria de Hipólito, el PRD estaría ahora mismo en el carril de adentro, con unos cuerpos de ventaja, en la carrera hacia la presidencia en las elecciones del año próximo.
Pero, como es típico en el PRD, una vez mas, ese partido se derrota a si mismo.