martes, 1 de marzo de 2011

Diferencia de políticos II


Hay que volver a hablar, una y otra vez, de la diferencia que hay entre los políticos nuestros y los de países mejor organizados que  este, en el que nos ha tocado la suerte o la desdicha de vivir.
Quiero referirme en esta ocasión al caso del Ministro de Defensa alemán, un joven de apenas 39 años, de un origen de alcurnia en la sociedad alemana, con una proyección tal que muchos lo veían a futuro como el próximo jefe de gobierno de su país.
El ministro Karl-Theodor zu Guttenberg tuvo que renunciar a su cargo porque se le acusó de haber plagiado un trabajo intelectual, para conseguir el título de DOKTOR en una prestigiosa universidad.
Con una popularidad que sobrepasaba el 75% de los alemanes, habiendo sido el diputado con el más alto nivel de votación, y con una aceptación que lo colocaba como la figura más popular del gobierno, el  señor zu Guttenberg fue nombrado por la canciller alemana como ministro de defensa, con el propósito, no velado, de aumentar la simpatía del partido en el gobierno.
Pero, al descubrirse que incurrió en un delito intelectual, el apoyo popular se fue al suelo, al punto de que su partido perdió 20 puntos porcentuales en unas elecciones regionales el pasado 20 de febrero.
Así como fue perdiendo apoyo popular, se le fue retirando el apoyo de la dirigencia de su partido, hasta el punto que la canciller Angela Merckel le exigió la renuncia, para evitar mas erosión en las otras 6 elecciones regionales que tendrán lugar en Alemania en el resto del año.
Qué diferencia con nuestros políticos.
Aquí un bandido es juzgado y condenado por la justicia y luego su partido lo postula a un cargo electivo, y gana con el voto mayoritario de los votantes de su región.
Otro es denunciado por haberse robado unos fondos del presupuesto, o por haber negociado prevaliéndose de su posición, y nadie dice nada.
Un legislador es expulsado de su partido por haber traicionado los lineamientos del mismo, con pruebas fehacientes, y luego ese mismo partido lo repostula, como si nada hubiera pasado.  Y votamos por él.
Y VOTAMOS POR EL.
Esto es lo más grave. Eso nos dice que la población no está realmente sensibilizada en contra de la corrupción. Queremos que la corrupción  la combata el gobierno, pero no iniciamos desde afuera ninguna iniciativa hacia la consecución de ese objetivo.
El problema está en que tenemos corruptos favoritos. Estamos en contra de “algunos corruptos”; no de la corrupción.  Y eso sí es grave, porque no hay solución.