viernes, 11 de marzo de 2011

La Democracia II

A pesar de todo, creo que la democracia es el mejor sistema de gobierno que se han dado los Estados, a través de la historia. Es el único que posibilita el acceso al poder de un hijo de vecino, de un obrero, de un miembro de las minorías, y hasta de un iletrado, como hemos tenido en las sociedades latinoamericanas, incluyendo la nuestra. 

Pero, en las sociedades mejor organizadas que la nuestra, el sistema democrático ha creado un muro de defensa, que permite que se sostenga y se mantenga, a pesar de los intentos de algunos individuos y de algunos grupos  de hacerlo fracasar.

Ya hablé hace unos días de la situación que se dio en Alemania, con el ministro de defensa, quien fue acusado de haber plagiado su trabajo de tesis doctoral, en una universidad. A consecuencia de ello, tuvo que renunciar.

Mas cerca de nosotros, en Puerto Rico, un senador estadual fue acusado por sus propios compañeros de partido de haber consumido cocaína, y también tuvo que renunciar. 

En ambos casos, la situación se dio por la necesidad de defender la democracia.
Cómo es eso?

Recuerden que dije que la democracia es el gobierno de unos pocos, en perjuicio de la mayoría, pero con el consentimiento de la mayoría.

Ese consentimiento se basa en la confianza. Si se pierde la confianza, llega el caos, porque no hay forma de garantizar un gobierno democrático sin la confianza de la mayoría.

 Por ello, en las sociedades mas organizadas, la protección de esa confianza es vital. Y cualquiera que atente contra ella tiene que pagar el precio. Este precio es generalmente la separación del cargo, por un tiempo mas o menos largo; aunque a veces llega al ostracismo, la separación definitiva del gobierno y de la organización política  o, lo que es lo mismo, la muerte política.

Entre nosotros, históricamente, los que cometen actos reñidos con la ley y con la moral, desde un puesto público, son cambiados de posición, a veces ascendidos de rango, pero son dejados en la palestra pública, para dolor y escarnio de los pocos que, con mucho juicio y corazón, velan por la salud de la patria.