jueves, 29 de septiembre de 2011

La serpiente se come su cola II

El General S. está de puesto en la ciudad Tal, como supervisor regional de la Policía Nacional.

El tiene a su cargo la lucha contra la criminalidad y en esa vía ha organizado un equipo para-policial que persigue y mata a los ladrones, atracadores, tumba cadenas y descuidistas que pululan por nuestras calles.

Pero ese equipo se ha convertido, a su vez, en competencia de los malhechores, solo que con la anuencia y la protección de quien debe perseguirlos.

Ahora se dan dos clases de atracos: los oficiales y los no oficiales. Estos últimos se resuelven de inmediato, con el apresamiento o con la ejecución de los perpetradores. Pero los asaltos, atracos, escalamientos, robos de vehículos y secuestros cometidos por la banda oficial quedan siempre impunes.

Hace unos días, un grupo de forajidos detuvo un vehículo que llegaba al pueblo y sacó al conductor de manera violenta del mismo. Lo registraron y le quitaron todo lo de valor que traía encima.

Uno de los asaltantes se puso al volante y el jefe le dijo al joven: "váyase a pie, que este vehículo es mío ahora."

El joven llegó, efectivamente a pie, hasta el pueblo y entró a una farmacia, para que lo dejaran, por favor, hacer una llamada local, pues los cacos lo habían dejado sin dinero y sin celular.

Al poco rato se presentó al lugar una patrulla de la Policía Nacional en una camioneta y lo llevó  de inmediato al cuartel de la institución, donde lo esperaba su padre, el general S.

Pero para su sorpresa, al lado del general estaba un oficial uniformado, con rango de capitán, que el joven reconoció de inmediato como el jefe del grupo que lo había despojado, apenas dos horas antes, del vehículo en que él venía a sorprender a su padre, con una visita inesperada.  

viernes, 23 de septiembre de 2011

La serpiente se come su cola

Rafael S. es un señor de buena familia, con ingresos muy por encima del promedio, con una bella familia, formada por su esposa, y dos hijos y una hija, todos ya mayores de edad.

Los tres asisten a la universidad y el mayor pronto se recibirá de abogado. La segunda estudia en una prestigiosa academia de arte internacional, en Nueva York.

El problema se ha presentado con el menor, quien acaba de ingresar, a regañadientes, a la carrera de administración de empresas y que además, con frecuencia se enfrenta a su padre por motivos de dinero.

El padre le ha comprado un auto último modelo a cada uno, para su uso personal y además les da una generosa mesada todas las semanas.

Pero Rafe lito siempre tiene problemas de dinero y le exige a "papi" que le resuelva o él va a irse de la casa a resolver por otro lado."  Así que "papi" le da cada vez más dinero a su pequeño, para que no vaya a tomar un mal camino.

Ayer llamaron del hospital, porque Rafelito había sido ingresado de urgencia, por una sobredosis de cocaína.

El padre se puso como loco y exigió localizar a quien le había suministrado la droga a su hijo. Llamó a Esteban, el principal distribuidor del sector y lo encaró de mala manera, ya que su hijo menor había tenido que ser atendido en el hospital, de urgencia, por una sobredosis.

Quería identificar a quien le había vendido la droga a su hijo, pues se las tendría que ver con él personalmente..

La respuesta de Esteban no pudo ser mas contundente:

"Pero señor, la droga que Usted me entrega para distribuir, yo simplemente la hago llegar a los vendedores. Ellos se la venden a cualquiera que tenga dinero y su hijo siempre tiene, y mucho. El le compra a Antonio, en el colmado de Cheché. A veces va él mismo y otras veces él manda al teniente Cabrera, el seguridad que Usted tiene a su servicio".